
Este año ya me desperté con mi primera rosa, la de mi padre, por supuesto. Le dí un beso enorme y me preparé para ir al instituto. Empezábamos una hora más tarde, a la 9 así que pude dormir un poco más. Me vestí y fuí directamente hacia el instituto. ¡Hoy llegaría puntual!
Las 8:59, aún me acuerdo de revisar la hora en el móvil antes de entrar en el centro, miré a lo lejos y allí vi a mi grupo de amigos así que sin pensármelo me dirigí hacia allí. Cuando llegué, todo el mundo se calló y de golpe salió un chico, mi novio, con una rosa para mí. Me puse muy nerviosa así que sólo le dije gracias y le dí un abrazo. Subimos hasta la clase, pasaron lista y nos recordaron nuestros talleres y el lugar dónde se hacían. Creo que aún no os he explicado que son los talleres de Sant Jordi. Cada año alumnos de cada curso colaboran en la elaboración de actividades para realizar en estas fechas. Este curso nos dieron a elegir de la siguiente lista: crear fundas de móbiles, piruletas de chocolate, llaveros, pintura rápida y paisaje de golosinas. Esta última fue la que elegí yo, ni más ni menos por que me encantan las chuches y lo tuve clarísimo cuando nos dijeron que al terminar nos las podríamos comer. Me lo pasé muy bien.

La verdad es que fue una experiencia divertida. Más tarde se publicó la lista de los ganadores del concurso de prosa y de verso. Finalmente nuevas actuaciones-bailarines de swing, de hip-hop, cantantes, magos...-concluyeron el acto.
¡Fue una mañana fantástica!
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